Complejidad de una mente inquieta,
azotada por el juego eterno de un viento que aprieta.
Levante… latigazo lento que se vuelve tormenta, terco, tenaz… que susurra secretos, seduce… y, si no, los inventa.
Atardeceres convulsos, donde el cielo se desgarra, y el rojo se rinde ante la furia que arrastra.
Brisas implacables que hieren, que arrebatan,que arrancan la calma, que el horizonte parten… y aplastan.
Mas… en el último aliento, cuando el sol se aferra, y la noche, sigilosa, despliega su velo de guerra,
la mente se erige, la bruma destierra… y con voz que retumba, que rompe, que persiste:
¡Aquí sigo, intacto, de pie… mi alma indomable existe!