Y fue uno de nuestros grandes célebres sevillanos, pensador,
poeta, Antonio de nombre, quien dijo: “caminante
no hay camino, se hace el camino al andar...”.
En el discurrir de la vida no existen caminos, tampoco
sendas, más que las que marcamos con cada paso. La tendencia nos arrastra, nos
arrastra a seguir huellas que no son más que tibias marcas en la arena; malogros
que algún el mar borrará con la subida de la primera marea. Machado nos gritó que
la vida se vive viviendo, que el conocimiento es fruto del aprendizaje, de la
lección, que cada camino se hace caminando… Que las ideas no son más que el
inicio del sendero hacia nuestro destino finito; un camino donde dejar una huella
a cada paso, donde pisar fuerte, tanto que nuestro rastro sirva de guía e inspiración
para otros caminantes; hermanos peregrinos que quieran dejar su zancada cerca
de la marca que grabaste un día en la arena embarrada, y que ni el mar, ni la
marea de la noche, consigan borrar jamás; una marca tan profunda que siga
caliente, una huella que, como la de Machado, siga latente.
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