-Preludio- 20.01.24
Cinco malditos meses... Cinco meses me ha costado enfrentarme a esta ladina y maldita página en blanco; pese a ser consciente de mi obligación; responsable, comprometido, y a sabiendas de sentirme el juglar de mi familia; comunicador con imperativo de compartir la mejor herencia que me ha transmitido mi Padre: la impresión escrita de la palabra; de la expresión más profunda; un préstamo que ojalá la vida me permita usar mientras dure mi consciencia... Y, rebelde, lo haré hasta que la tenue luz de mi alma se apague.
Amiga-Enemiga Muerte, cuarenta años has tardado en llamar a mi puerta. Son muchos los momentos en que has paseado; has susurrado tu presencia elápida con disimulo y sonrisa maliciosa; con esa actitud prevaricadora y ladronesca, preparando su golpe; y menudo golpe has asestado. Esta vez decidiste que era tu cometido llamar a la puerta de mi familia en este preciso instante; una visita inesperada, fulminante y con la cama por hacer, la casa por barrer, las palabras sin salir… y los golpes sin doler. Decidiste plantar tu sombra en mi hogar; devorando mi osadía, mi ingenuidad, mi inocencia.
Seguramente pensaste que cuarenta "años" era demasiado tiempo evitando tu caronta presencia en esta vida tan finita; así que imagino que decidiste arrendar una habitación en nuestra familia, en nuestro hogar y en nuestras mentes; el tiempo necesario y suficiente para recordarnos que estás, que estuviste y que estarás; cual juez e implacable verdugo de un yugo del que nadie escapa.
Curioso que fuera un ocho de septiembre, un día marcado en rojo en todos mis calendarios desde los 3 años, precisamente aquel día para que no se olvide. Los médicos quieren hablar con nosotros…
Continuará.
-Hoy- 19.09.24
Cinco meses me supuso empezar este conato, y casi un año volver a retomarlo… pero te lo debía, Papa; nos lo debía.
Aquella noche mi padre falleció… Hoy mis dedos escupen, vomitan, esa odiosa palabra, mientras mi mente aún lo niega sin éxito, negando lo innegable; buscando el descanso en el barco de los sueños efímeros, intangibles y etéreos que, por desgracia, solo son eso: sueños.
Recuerdo aquel día; el abrazo de mi hermana, los gestos compungidos de mis tíos; recuerdo a mi hermano dando vueltas con semblante imperturbable por la habitación, perdido, pero roto por dentro; mi madre y su dolor. Mi abuela tomando la mano de su hijo, serena, resignada, mientras todos nos mirábamos, temerosos, de un exhalo que cada vez se antojaba más como el último.
Y recuerdo aferrarme a tu mano, Papá… esa mano idéntica a cualquiera de las que hoy escriben esto; las manos de Óliver; esas manos que sostuve tantos meses entre conversaciones interminables, confesiones, cantos, lloros e incluso risa; siempre acompasados del mágico ritmo de la música de los 70, tu música… Y entre ellos, el maestro Pink Floyd.
Wish you were here…
How I wish, how I wish you were here
We're just two lost souls swimming in a fish bowl
Year after year
Running over the same old ground, what have we found?
The same old fears
Wish you were here…
Como quisiera, como quisiera que estuvieras aquí
Sólo somos dos almas perdidas nadando en una pecera
Año tras año
Corriendo por el mismo terreno de siempre,
¿qué hemos encontrado?
Los mismos viejos miedos,
desearía que estuvieras aquí
Puedo deciros con sinceridad que la muerte no tiene nada de místico, de mágico o de glorioso; la muerte es implacable, impasible feroz, cruel y despiadada…; LA MUERTE ES SALVAJE, ANIMAL.
Ciento de veces me he sentido morir contigo; he sentido tu miedo, tu resignación; me he sentido alejándome del todo y de todos, sin poder agarrarme a nada; escurriendo la vida entre las palabras de mamá; palabras de amor; palabras de perdón.
LA MUERTE ES ALGO VORAZ, ENCAPRICHADA EN DAR CUERDA AL CUCO RELOJ DEL TIEMPO; COMO MELANCÓLICA FORMA DE MEDIR LO FINITO, DE MEDIR LA VIDA.
Cuánto amor te llevaste contigo Papá; el mío te lo llevaste todo, porque me quedé vacío, me quedé roto. Perdido.
Hoy pienso que aquellos meses de lucha fueron totalmente intencionados; nos regalaste perdón; nos regalaste redención. Cinco meses en los que volví a ser aquel niño enamorado de su padre; un niño dependiente, que te necesitaba para seguir creciendo. Y, sobre todo, un hombre orgulloso de haber tenido un padre como tu, y poder vociferar que su apellido es: Lora.
Recuerdo aquel día… ¿Sabes cual es, verdad? Menudo abrazo… Ese abrazo me valió por cien navidades, pasadas y futuras; apenas podías moverte…
…. qué trabajo me está costando escribir esto….
A penas podías moverte, pero aún así me atrajiste hacia ti; me abrazaste con toda la fuerza que te quedaba en el cuerpo, y me acariciaste con la misma dulzura de aquellos atardeceres en Punta Umbría; un atardecer en el que el Océano Atlantico y el Sol se funden sobre bajo un manto de cielo violeta; Me lo regalaste cuando más lo necesitaba; y esa sensación me acompañará siempre.
¿Cuantas conversaciones, verdad? Cuantas horas, cuantos días… Hablé contigo tanto antes como después de irte; y las conversaciones que nos quedan, aunque a veces parezca un loco.
Quiero regalaros algo que me dijo mi padre en una de esas conversaciones imaginarias; algo que para mí resume su esencia:
“La felicidad está en vivir de manera que se te llene el alma; si hay un ápice de duda, vacío o remordimiento… ahí no es”.
¿Quién era Paco Lora? Para mí mi padre era Alegría.
Era vida
Era Protección
Era inteligencia
Era Naturalidad
Era pasión
Era literatura y cuentos
Era juventud
Era profundidad oculta. Iceberg
Era personalidad
Era Amistad
Era desinterés
Era Música.
Paco Lora era mi Padre
Creo que debería parar; voy a parar.
Solo quiero desearte desde aquí, desde el folio en blanco, ese folio que siempre ha sido nuestro particular conducto de corazón, de alma y de tinta… … Que te quiero, y que estoy orgulloso de ti, y de ser “el espejo que refleja tu alma” ; que estás conmigo cada día… Que has enamorado a cada una de las personas que ha tocado las preciosas teclas de tu alma.
Tu familia, tus amigos, tu gente… Todos te echamos muchísimo de menos, Papá.
Quiero aprovechar estas líneas para agradecer a todo aquellos que estuvieron a su lado, y al de toda la familia durante aquellos meses…
En especial a aquellos guerreros inquebrantables que lucharon por él, se sacrificaron y jamás perdió la Esperanza. A sus amigos y conocidos, y a todos aquellos que nos han regalado tantísimo amor y apoyo.
Siempre estarás conmigo, Papá; algún día volveremos a estar juntos a verte; LO HARÉ CUMPLIENDO la promesa que te hice aquella noche; aquella noche de momentos oscuros, cuando tu corazón ya no latía, pero tu alma, ya libre, aún se aferraba fuertemente a la mía…
VEOM
Feliz Cumpleaños al Cielo, Papá. Tu espejo. Tu hijo.
Antonio Jesús Lora Troya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario